¿Quien me ha robado el mes de abril?
El mes de abril se muere, y he descubierto que es de mis favoritos del año, un mes tranquilo sin pretensión alguna y sin daños a terceros. He dejado en este mes flores sobre la mesa, sábanas nuevas, clases extraviadas, citas perdidas, noches de insomnio, papeles regados ha manera de fertilizante como queriendo que del suelo nazcan árboles, también he dejado mis pies descalzos enterrados en el jardín de mi casa y junto a mi ese árbol inmenso testigo mudo de todos mis vicios. Queda de abril las tardes en la hamaca hablando sola con mi árbol, una manía heredada de mi infancia y que arrastro hasta la fecha. Siempre he creído que los demonios que uno carga los cubre la sombra de los árboles, al menos esa creencia me consuela, todos tenemos algo de fe donde reposar. Abril se va, como se fueron las canciones que memorablemente suenan en el soundtrack de este mes y yo no dejo de pensar en la canción de siempre, hace veinte poemas que esa canción habita en la memoria y no tengo interés porque sus acordes desaparezcan. Abril, abril, abril eterno mes de abril lo guardo en la cajita de Olinalá para que no escapen los sabores de su cálido viento, no mueran las gardenias en mi mesa, no se pierdan los sonidos que coleccione en treinta días y sobretodo no muera en el intento de romper el silencio de esta boca.
P.D. En resumen, me la pase en el número 7 calle melancolía.