miércoles, 26 de septiembre de 2012

Alguna versión de la casa



Tiene mucho que no escribo una declaración (esa es la forma en la que llamo a mis post desde la invención de este blog) sin embargo los últimos cinco meses esperé a que algo sucediera, esperé a ver si se rompía algo, lo que fuera, no pasó. Fue así como me decidí a romper vasijas que conservaba desde hace 7 años.

Ahora queda una versión corta del pasado, una vida lejos del sur y una casa con el no. 9. Siempre he dicho que no hay mejor hogar que el exilio, pero esta ciudad es el hogar, mi hogar, no sé donde tuve las maletas cuando decidí vivir en otra ciudad el año pasado–bueno ya me reivindiqué-.Creo que mi gusto por vivir sola es gracias al divorcio de mis padres que sucedió cuando era pequeña, asunto que agradezco porque nunca he tenido apegos peligrosos. Si alguna vez leyeron aquí que la felicidad me tenía ocupada, olvídenlo, ese tipo de felicidades no tienen lugar en este blog. Ahora en Casa Jardín (así le digo a mi nueva casa) queda en el no. 9 de alguna avenida transitable, todos los martes se instala un mercado ambulante que evita que vaya al mercado central y pierda horas en el embotellamiento, cerca de Casa Jardín queda la base del transporte público, la casa es blanca algo diferente a casa azul pero en esas cuatro paredes cabe la imaginación. Vivo sola desde los 18 y ya estoy acostumbrada a lidiar con mi humor y mis caras, vivir así –conmigo nada más-, es de esas cosas tan disfrutables como una mandarina en época de decembrinas. Otra cosa favorable de Casa Jardín es que queda cerca del  20-20 un café en plena avenida donde pasé mucho tiempo con él, donde me enamoré, me desenamoré, volví a enamorarme, me harté del enamoramiento y así consecutivamente, si es que enamorarse sea algo que tenga trascendencia; desde luego que siempre fue del mismo hombre. Aunque esa sensación de hambre o de mariposas volando por mis viseras la he sentido dos veces en mi vida: la primera en el 20-20 y la segunda no tiene sentido citar; dicen que al primer amor se le quiere mucho pero al segundo se le quiere mejor, francamente no me quedé averiguar. A la fecha el 20-20 se convirtió en un restaurant gourmet (recomiendo visitar) que fue traspasado por los dueños originales al primogénito de éstos. Sí, si cambio mucho el 20-20 aun cuando lo sigo visitando y voy a comer seguido, ese lugar ya no es el mismo, quizá porque pienso que ya no tengo 20 entre otras cosas, sepa; lo cierto es que a veces tengo la mala idea de pensar que nunca voy a volver a querer como quise a los 20, que eso sólo pasa una vez y ya, pero inmediatamente me entra la cordura y borro esa mala, muy mala idea de mi cabecilla que aparte de mala es absurda.

El asunto no creo que sea creer que ya no va a volver a pasar, sino que después de eso he transcurrido por direcciones equivocadas, lo despistada se padece con los años. Pero no vine aquí para contar eso, vine aquí para saludar a mis escasos 4 lectores y porque recordé que en unos días este blog va a cumplir años, qué cosa más rara, celebrar el aniversario de mi blog *risas grabadas*. Va un abrazo a los que siempre están, un abrazo de sombra y cachetada a la memoria. Al final ya lo dije en aquel poema de los trenes: “A mi edad los amores cortos son una vida”.