Nunca quise ser la Maga, a los trece años París quedaba muy lejos, después entendí que con los años la distancia se acorta. En el 2013 Rayuela, la novela de Julio Cortázar cumple 50 años desde su primera publicación el 28 de junio de 1963, considerada la novela más representativa del Boom latinoamericano. A diferencia de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, Cortázar apostó por otra forma de contar la historia, distinta a la lineal; es quizá este detalle el que haya detonado la permanencia en el gusto de la gente. El inicio de la novela es ya de por sí sugerente:
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.
Rayuela no puede entenderse sin toda la carga de referencias culturales que describe la historia, para esto se auxilia del famoso club de la serpiente donde los diálogos fluyen con una carga de datos y un sonido musical que le otorga una característica entrañable a la novela. La aparición del jazz y la narración de los sucesos a través de la música es otro acierto del autor, pues los lectores se encuentran familiarizados no sólo con la historia sino con el fondo musical de la misma. Al final somos sonido, orquesta. La Maga y Horacio Oliveira el binomio romántico, el cliché que varias generaciones han querido repetir, aún cuando la novela no es sólo el capitulo siete. Sin embargo nos toca a los lectores darle la justa dimensión a la importancia del personaje, a la carga emocional que ya poseen en el imaginario colectivo.
Los pasajes de la novela crean ese lazo afectivo, frases recurrentes, citadas en varias ocasiones de memoria porque significan algo en el recuerdo personal: “Pero el amor, esa palabra” una de las más entrañables. Bruno Piché menciona en una entrevista acerca de los cincuenta años de Rayuela que a decir de Enrique Vila-Matas, Rayuela había sido el inicio del boom latinoamericano debido a que a partir de ella los lectores habían decidido prestar atención a lo que se hacía en latinoamérica y que si el inicio del boom era Rayuela, el carpetazo del boom eran los detectives salvajes la novela de Roberto Bolaño.
Rayuela permanece después de cincuenta años porque para muchos significa parte de nuestra educación sentimental, de las primeras lecturas de adolescencia, de la una y mil posibilidades que tuvimos para leerla, de un libre albedrío que se tomó. Como lo dije en el inicio del texto, nunca quise ser La Maga, pero sí la descubrí a lado de Horacio Oliveira atravesando un río sin saber nadar. Escribo esta versión sin ánimos de reseña, lo hago desde los ojos del lector, desde el afecto por lo que fue, por la nostalgia juvenil; y ante eso ningún crítico literario en cincuenta años ha podido hacer nada. Queda aquí la oportunidad de leer o releer la novela y que descubra cada quien su camino al tirar la piedra: el cielo, el avión, la suerte, una Rayuela.
*Texto extraído del semanario "La Trinchera" Julio 2013
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